Sentado incómodamente en la carpeta de la universidad. Estábamos en un tutorial, así se llaman las odiosas clases donde una profesora novata trata (sin mucho éxito) enseñarnos los complicados temas sobre enzimas que cambian su conformación dependiendo del pH en que se encuentren. En realidad estaba aburrido, mirando la ventana mientras que nuestras energías de segundo día de universidad se agotan, como una cantimplora en el desierto. El calor lo hace aún más insoportable, hablando entre todo, mis amigos trataban desarrollar los ejercicios que ante su impotencia de escuchar las difíciles y enredadas indicaciones, permanecian insolucionables, en esa hoja de papel cuadriculado.
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