jueves, noviembre 1

El club del paréntesis por Renato Cisneros



Siento las terribles ganas de postear este copy paste, como
cuando pense en poner lo de Gastón, pero no lo puse por pereza: por que me
siento terriblemente identificado.
"El Club del Paréntesis es una comunidad imaginaria, una logia integrada por aquellos fombres y mujeres a los que les gusta vivir en un permanente estado de tránsito. Sus miembros no son partidarios de las instancias definitivas, mucho menos de los compromisos. A cambio, adoran la independencia y la autonomía. Son individualistas, egoístas, celosos de sus manías y costumbres. No son necesariamente solitarios, pero se resisten a confiscar su tiempo y regular su vida y su espacio en función de otra persona.

No desprecian el matrimonio, lo valoran, pero no como el escalafón mayor de esa dudosa pirámide que las sociedades conservadoras suelen consagrar, sino como un acto eventual, voluntario que, por lo general, cobra sentido luego de la convivencia. A pesar de que no lo descartan, ellos son mucho más proclives a la soltería, pues saben que con ella son dominadores absolutos de sus acciones y únicas víctimas de sus consecuencias.

Ojo, no se trata de misóginos acomplejados, ni de solterones con delirios adolescentes, ni de borrachines renegados, ni de poseros, ni de contestatarios con mala suerte, ni de inmaduros confundidos que -como suelen criticar las mujeres despechadas- "no saben lo que quieren". No, señor, todito lo contrario. Esta gente sabe perfectamente lo que quiere y tiene muy claro lo que estaría dispuesta a sacrificar y lo que no. Ellos no le hacen ascos a la idea de emparejarse, siempre y cuando eso no distorsione, ni muy mínimamente, su estilo de vida. Pero si el pacto amoroso exige demasiadas concesiones, la solución es simple: no hay pacto.

Los miembros del Club del Paréntesis se divierten observando a los demás y satirizando los lugares comunes en que caen. Por ejemplo, se burlan constantemente de ese moraloso consejito femenino que dice "tú piensas así porque nunca te has enamorado de verdad, pero ya te llegará". Se ríen de esa tesis ("ya te llegará") porque, para ellos, ni hay justicia en el amor ni se puede hablar de él tan alegremente como si se hablara de la pubertad, que tarde o temprano, efectivamente, llega. Cuando tienes 11 o 12 años, un día te levantas de la cama, descubres que te ha salido un pelo rizado en una zona árida del cuerpo y te asombras y te alegras, porque esa es la constatación biológica de que ya no eres un chibolito de mierda. Pero el amor no funciona así: el amor es complejo, a veces autodestructivo, y no necesariamente llega. Y mal haría uno en pasarse la vida abrigando la esperanza inútil de que tarde o temprano el amor tocará tu puerta, como si fuera un empadronador del Censo o un vendedor de Biblias. El amor es solo una posibilidad y eso en el Club del Paréntesis es un principio que se sigue a rajatabla.

Creo que es difícil animarse a ser parte de este Club. Lo más sencillo y 'correcto' es rendirse ante el típico esquema de 'realización personal' que la sociedad aún incita entre sus miembros, y cuyos pasos obligados son ingresar a la universidad, casarte, conseguir un trabajo decente, ser un padre de familia responsable, reproducirte, poner un negocio y ser fiel a tu única esposa hasta que la muerte venga y -pum- los separe. Puedes hacer eso si en realidad íntimamente lo deseas. Lo trágico es no reconocer tu esencia y optar por ese camino sencillo y asfaltado cuando, en realidad, te hubiera fascinado ir por otra ruta, menos tradicional, pero más tuya. Cuando eso pasa, cuando acabas siendo arrastrado por lo acostumbrado, solo queda como salida la doble vida, la mentira, el engaño y el cinismo perpetuos: eso que Los Auténticos han parodiado extraordinariamente en el vídeo de Los Piratas.

Para serles franco, dentro de mis ilusiones más oníricas sí figuran el matrimonio, la paternidad de un hijo (que se llame Benjamín) y la posibilidad de que mi vida sea una pequeña postal de la felicidad [concuerdo con él hasta en el nombre]. Pero hay días
--como el día en que elegí no comprometerme con esta chica encantadora de la que ya no sé nada-- en que pienso que mi forma de ser no está formateada para seguir ese bonito libreto.

No soy un Príncipe Azul capaz de asegurarle el futuro a nadie, ni creo que la vida sea un bucólico cuento de los Hermanos Grimm. No soy el Popeye forzudo que cualquier fulana podría desear para sentirse protegida. Por mi torpeza y mi falta de reflejos, soy más bien como un antihéroe, o como el Súper Héroe Americano de la serie de televisión, ese Supermán corriente, sensible y bruto que no sabía manejar sus poderes, que hacía lo incorrecto y que paraba en conflicto consigo mismo. Ahora que se aproxima Halloween, si tuviera que elegir un disfraz, me disfrazaría de él.

Texto de: Busco Novia
Imagen del mismo post.

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