jueves, diciembre 24

Diatriba sobre fiestas


Trujillo era dos cosas para mi, el lugar donde vivían mis abuelitos paternos y el lugar donde se realizaban las mejores reuniones familiares. Yo había pasado, creo, cada Navidad al lado de mis abuelos, y me sentía feliz. Trujillo era una gran reunión donde no faltaba jamás pavo, panetón y, más que todo, compañía. Sólo ahí, callado, comiendo y mezclado entre tantas personas que sólo veía una vez al año, o tal vez dos, era cuando me sentía en familia. Luego mi abuelita murió, desde ese momento nada volvió a ser lo mismo. Ya no regresamos a Trujillo. Luego mi abuelo murió y fue peor. Pasamos desde ese momento noche buena en mi casa de Chiclayo, entre familia. Pero no se siente así.

He pasado la noche buena en la azotea de mi casa, de verdad, luego de una aburrida y falsa cena navideña con mis papas y hermanos, decidí subir a apagar las luces de la fachada, y me quedé sentado mirando el cielo. Me quede viendo cuanta contaminación los chiclayanos tiraban al cielo, casi pasmado, pero estoy seguro que es mucho menos que otros años. Me preocupo que de verdad me preocupara el hecho de la contaminación en ese momento. Mire al cielo, hermoso, con algunas estrellas en lo alto, y cerré los ojos.

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