- Sigo estudiando odontología, y contra todos los pronósticos del mundo estoy invicto este año, con algunas notas mejores que otras, pero invicto. Llegando tarde, culpando al tráfico infernal y a Castañeda, pero ligeramente más centrado. Todavía quiero estudiar arquitectura, pero bueno, todo demuestra mi fuerza de volundad.
- Estoy solo como un hongo, en el fondo no me han faltado razones para dejar de estarlo, pero tampoco han sido tan válidas que digamos. He tenido un puñado de fans mal aspectosas, y un par -ya bueno varios- crushes. Mi Mayor Crush -empezando con mayúscula, claru- es la chica R. a quien odio a veces con fuerza, y otros días vuelo por los cielos con su recuerdo. Historia complicada e imposible. Seguimos buscando, eh.
- En trabajo, bueno aparte de testaferro no soy nada. Tampoco espero serlo en un futuro cercano.
- Dinero, pues terrible el tema de mis financias personales, soy un shopaholic u know.
jueves, diciembre 31
Mi post final del 2009
jueves, diciembre 24
Diatriba sobre fiestas
Trujillo era dos cosas para mi, el lugar donde vivían mis abuelitos paternos y el lugar donde se realizaban las mejores reuniones familiares. Yo había pasado, creo, cada Navidad al lado de mis abuelos, y me sentía feliz. Trujillo era una gran reunión donde no faltaba jamás pavo, panetón y, más que todo, compañía. Sólo ahí, callado, comiendo y mezclado entre tantas personas que sólo veía una vez al año, o tal vez dos, era cuando me sentía en familia. Luego mi abuelita murió, desde ese momento nada volvió a ser lo mismo. Ya no regresamos a Trujillo. Luego mi abuelo murió y fue peor. Pasamos desde ese momento noche buena en mi casa de Chiclayo, entre familia. Pero no se siente así.
He pasado la noche buena en la azotea de mi casa, de verdad, luego de una aburrida y falsa cena navideña con mis papas y hermanos, decidí subir a apagar las luces de la fachada, y me quedé sentado mirando el cielo. Me quede viendo cuanta contaminación los chiclayanos tiraban al cielo, casi pasmado, pero estoy seguro que es mucho menos que otros años. Me preocupo que de verdad me preocupara el hecho de la contaminación en ese momento. Mire al cielo, hermoso, con algunas estrellas en lo alto, y cerré los ojos.
Mi odio al Ruperto
El odio es una sensación que rara vez siento en mi vida, tal vez lo siento más por cosas que por personas. Odio el olor de las flores por que me recuerdan los fúnebres velorios de mis abuelos. No odio a gente, por que siempre antes de llegar a odiarla prefiero pasar de ella. La gente puede odiarme cuando le aplico una perfectamente realizada ley del hielo, pero yo no los odio a ellos. Solo me olvido de ellos. Con las cosas es distinto; no tengo opción de hacerle una ley del hielo olfativa a las flores, no puedo evitar sentirme incómodo por el calor infernal, tampoco puedo evitar toser al sentir el asqueroso olor a cuates y evidentemente no puedo evitar que el ají arda en mi boca cada vez que lo pruebo. Pero esta vez ha sucedido algo extraño, he llegado a odiar a una persona, el fucking Ruperto. Mi historia con Ruperto se remonta al lunes pasado. Él es mi profesor de redacción, en un cursete de una semana que ha de calar en nuestros imaginarios ortográficos, léxicos y pragmáticos. Usualmente en estos cursitos me divierto y sigo mi vida normal, pero esta vez el Ruperto me odia y ha dedicado cada momento de su fucking curso en verme como una alimaña desinteresada por la redacción y demás. For the record, amo escribir, y si bien no soy el maestro de ortografía que él quisiera que seamos (y que me encanta usar barbarismos y anglicismos), me defiendo, y he ganado un par de premios escribiendo. Pero más que todo, me he ganado el respeto de las personas que me leen, que es mucho mas importante. Pero él. piensa que soy un desacatado, demonio intrandecente, que usa solo el idioma castellano para destruirlo vilmente y que su único contacto con la escritura son largas conversaciones de “amix”, “ola” y “weón” en el “Mensajero” de Microsoft. Me odiaba, e yo comencé a detestar su halitosis, su amanerismo y sus chistes gais. Al comienzo me parecieron graciosos sus chistes de Ruperta y su Ruperto paseando en el Mega Plaza Norte, pero luego cada vez que mencionaba a sus alter egos me daba asco, me parecía poco fashion, y muy, muy gay. Luego llegó ese jueves maldito, en el que me amenazó que debido a mi paupérrimo desempeño en el parcial, y a mi terrible falta de interés en el curso estaba en su top más top de los candidatos a jalados. Yo le expliqué, que no era desinterés, yo había tratado de perdirle permiso para mi falta del día martes pero el me dijo que ni loca ni perezosa me iba a hacer un examen para mi sólito. Horror de los horrores, el profesor me odiaba. Y yo comencé a odiarlo más. Para el viernes en la mañana, su halitósis me tenía harto, y su pose de profesora de arte dramático de High School Musical no ayudaba. Para la tarde, me había olvidado de todo. El lunes una llamada me devolvió a la realidad. Estás jalado; por ser un bárbaro; por no escribir con correcta puntuación y tildación; y por tu completa dejadez hacia el curso. Pero profesor, yo no soy eso, yo soy un vanguardista. Sí, webón.
Martes 22 de diciembre de 2009
miércoles, diciembre 2
Disney y yo
Estamos todavía algo lejos al estreno de "La Princesa y el Sapo", el retorno triunfal de los estudios Disney a la animación tradicional, y decidí hacer este post sobre lo que significa Disney para mí.